Hace unos días presentaba la Asociación Española de Fabricantes de Platos Preparados (ASEFAPRE) el
último informe sobre el consumo de estos productos. Las cifras son esclarecedoras: en 2023 ingerimos 742.377 toneladas de
platos preparados, un 2,9% más que en 2022. Unos 16,3 kg por persona.
Las reacciones de los gurús gastro en las redes no se hicieron esperar. Que si menuda vergüenza, qué triste, qué vaga es la gente, ya nadie cocina en casa, se ha perdido el guiso de la abuela, etc. Críticas muy de poltrona pero que viven totalmente alejadas de la realidad.
Todo justo tras la polémica del
nuevo negocio de tápers a domicilio del streamer
ElXokas compitiendo con
Wetaca. Y no son los únicos proyectos emprendedores que quieren hacer negocio ofreciendo alternativas "sanas" y "caseras" para comer en casa. Para ahorrarte tiempo. Para que no tengas que cocinar.
Pero en el fondo subyace un problema mucho más grave que es un síntoma de la sociedad actual, de la cultura del esfuerzo y de poner el trabajo y la productividad por encima de todo.
¿Desde cuándo cocinar es perder el tiempo? Nos están dando soluciones a un problema que ellos mismos han fomentado a crear, igual que la industria de platos preparados.
Si la gente no cocina en casa no es porque sea perezosa, o no quiera aprender. Simplemente,
la vida no da para más. Jornadas laborales interminables, trabajos de los que no se desconecta nunca, problemas cotidianos que se acumulan cada día, responsabilidades que pesan. Es cansancio físico y también mental.
Puede que no se tarde nada en hacer una tortilla de patatas casera o que sea muy fácil preparar unas
lentejas guisadas pero, cuando llegas a casa a las tantas, tienes que bañar y acostar a los niños y una lavadora por tender, lo último que te apetece es sacar el puchero. No necesitamos más platos preparados, necesitamos una vida para vivirla.